El abuso infantil
El abuso infantil se presenta cuando un adulto o adulta, una institución o la sociedad en general causa o amenaza con causar daño físico, emocional y psicológico a un niño o niña. Incluye el maltrato físico, emocional, psicológico, sexual, la negligencia y el abandono. Por lo que abordar esta problemática refleja el fracaso de una comunidad, que en general no es consciente o no quiere serlo de la traumatización que produce en la infancia el abuso y el maltrato.
El maltrato y el abuso infantil es una temática que nos incluye a todas las personas y a la sociedad en su conjunto, cuya base fundamental es el mal uso del poder que los adultos y adultas ejercen sobre niños y niñas.
Abordar este drama significa insistir acerca de la traumatización que produce en la infancia el abuso, sobre todo aquello que se invisibiliza, pero que sus efectos larvados generalmente van a estallar en la adultez de las víctimas y probablemente los hijos e hijas de estas víctimas serán quienes paguen las consecuencias.
El maltrato emocional y psicológico está siempre presente en todo tipo de abuso y el daño provocado es proporcional a su invisibilidad y su naturalización. Es fundamental partir del hecho del disbalance de poder y la dependencia que existe entre un adulto y el niño o la niña para entender el tema del abuso. Un niño, una niña no puede producirle daño alguno a un adulto, pero el adulto sí puede realizar lo que quiere con el niño o la niña debido a la dependencia existente.
La invisibilidad y la naturalidad radica en el hecho de un sistema de creencias y teorías basadas en la educación tradicional, cuyo objetivo es romper la voluntad de los niños y niñas para convertirlos en seres dóciles y obedientes. Las técnicas para lograrlo están ampliamente detalladas en los escritos pedagógicos de hace un poco más de dos centurias, escritas para inducir al condicionamiento temprano de la educación para la obediencia.
Alice Miller, en su libro «Por tu propio bien», detalla en un estudio minucioso esta ideología, que llama «La pedagogía negra», o «los semilleros del odio», y da cuenta de los conceptos educativos en que fueron criados nuestros abuelos y padres, cuyas pautas fundamentales las resume en los siguientes puntos:
- Que los adultos son dueños y amos del niño o la niña dependiente
- Que deciden como dioses, que es lo justo y lo injusto
- Que su ira proviene de sus propios conflictos
- Que el niño o la niña es responsable de ella
- Que a los padres siempre hay que protegerlos
- Que los sentimientos vivos de un niño, niña suponen un peligro para el adulto dominante
- Que al niño hay que «quitarle su voluntad» lo antes posible
- Que todo hay que hacerlo a una edad muy temprana para que el niño o la niña «no advierta nada y no pueda traicionar al adulto.
Esto se logra a partir de transmitir de generación en generación informaciones e ideas falsas como las siguientes:
- Que el sentimiento del deber engendra amor
- Que se puede acabar con el odio mediante prohibiciones
- Que los padres merecen respeto a priori, por ser padres
- Que los niños y niñas, a priori, no merecen respeto alguno
- Que la obediencia robustece
- Que un alto grado de autoestima es perjudicial
- Que la escasa autoestima conduce al altruismo
- Que la ternura es perjudicial
- Que atender las necesidades del niño, la niña es malo
- Que la severidad y la frialdad constituyen una buena preparación para la vida
- Que la gratitud fingida es mejor que la ingratitud honesta
- Que la manera de ser es más importante que el ser
- Que ni los padres ni Dios sobrevivirán a una afrenta
- Que el cuerpo es algo sucio y repugnante
- Que la intensidad de los sentimientos es perjudicial
- Que los padres son seres inocentes libres de instintos
- Que los padres siempre tienen razón
Si bien en la época actual no se expresan de manera tan desenfadada como lo hacían los educadores de aquellos años, estas ideas siguen presente de manera más sutil pero no menos eficaz en el imaginario social.
Jorge Barudy, psiquiatra y terapeuta familiar de origen chileno que padeció la tortura y la cárcel de la dictadura de su País en la Década del 70, al exilarse a Bélgica se decidió al tratamiento e investigación con exilados de todas partes del mundo llegando a las siguientes conclusiones:
- Primera. La violencia organizada y la tortura es un fenómeno mundial independiente de ideologías, religiones y razas de los que la ejercen.
- Segunda. La causa y la intensidad del sufrimiento de muchos de sus pacientes no solo se explicaba por sus experiencias traumáticas de persecución, cárcel, tortura y exilio, sino que además muchos de los sufrimientos de estas personas estaban en relación con abusos cometidos en su infancia. Observando que algunas de las familias que consultaban funcionaban como verdaderas dictaduras familiares.
Lo que lo llevá a confirmar que en los dos tipos de violencia, la organizada y la familiar, se requieren por lo menos tres grupos de personas, donde la vida está amenazada y los derechos humanos pisoteados:
- 1º grupo: compuesto por los represores, torturadores, abusadores, maltratadores, etc
- 2º grupo: conformado por las víctimas hombres, mujeres, niños y niñas perseguidos, encarcelados, torturados y exilados
- 3º grupo: constituido por los terceros, los otros, los instigadores, los ideólogos, los cómplices, pero también los pasivos, los indiferentes, los que no quieren saber o los que, sabiéndolo, no hacen nada para oponerse a estas situaciones y/o tratar de contribuir a crear las condiciones para un cambio
Tanto Barudy como Alice Miller coinciden en encontrar las raíces de la violencia organizada y la violencia familiar en el maltrato y el abuso sufrido en la infancia. Cuando la infancia, etapa fundacional para una posterior salud adulta, es cercenada desde todo punto de vista, victimizada material, emocional, física y sexualmente, los resultados son múltiples y diversos en cuanto al daño psíquico de la criatura humana. Pudiendo preverse las respuestas de acuerdo a las características genéricas de su sexo.
Los factores socioeconómicos, socioculturales y psicosociales se interrelacionan entre sí para dar lugar a la producción y reproducción de relaciones interpersonales violentas, las cuales crecen en el seno de las familias, que funcionan como escuelas de formación de futuros sometimientos y subordinaciones, instalándose las raíces del odio en la construcción de las subjetividad.
- Verdaderos «semilleros de odio» son cultivados en estos hogares con estructuras jerárquicas, verticalistas y autoritarias que facilitan el abuso del poder impregnados en las prácticas de sus miembros. En esta dinámica, se pone énfasis en los deberes de los subordinados y nunca en los derechos, por lo que la infancia crece en una oscura conciencia de sus capacidades y sus derechos.
- Se naturaliza y goza de alta estima la corrección mediante el golpe, la humillación, la denigración por parte de la autoridad, de igual manera que el respeto unidireccional de quién la imparte, anulando la posibilidad de defensa de los más débiles.
- El entrenamiento en la obediencia sin crítica, sin la posibilidad de un estímulo reflexivo, anula la percepción del sí mismo, disminuyendo la autoestima y convirtiendo a sus miembros en adeptos incondicionales de la violencia.
- El antagonismo de géneros aprendido en la violencia de estos hogares condicionará a los varones a una masculinidad que asocian a la agresión, la conquista y el ejercicio de poder arbitrario con las mujeres y la niñez. La virilidad será expresada por la fuerza que manifiesta el grito, el golpe, la violación.
- No sólo la identificación con la figura paterna lo llevará esas conductas, sino también las ansias de recuperar el poder perdido en la infancia a manos de sus progenitores, cuando los sentimientos de desolación y desamparo lo enfrentaban a la convicción de estar totalmente desprotegido
- Reviven ante su mujer y los niños que supuestamente están a su cargo «esa vulnerabilidad de sus primeros años de vida que no consiguen recordar, y sólo entonces, a la vista de esos seres humanos más débiles que ellos, se defienden brutalmente».1
- El colectivo masculino vela porque así suceda, hay que demostrar que se es un hombre y para ser hombre se tiene que demostrar que no se es un niño, ni una mujer, ni un homosexual. La inseguridad y precariedad de esta identidad hace que se busque desesperadamente una seguridad que solo encuentra en el sometimiento de otros seres.
Mientras en los hombres las consecuencias del maltrato vivido en la infancia va a proyectarse hacia afuera, en las mujeres, las graves injusticias y agresiones infligidas en la infancia tendrán otro destino en el futuro, dada la imposibilidad de defenderse y articular su rabia y su dolor. Estas experiencias no podrán ser integradas en su personalidad y la hostilidad conciente o inconsciente se dirigirá contra sí misma, bien contra su cuerpo (somatizaciones crónicas, dipsomanías, drogadicciones, comer compulsivo o falta de apetito etc.) o hacia quienes consideran parte de ella misma, su descendencia.
«Un niño o niña que haya sido abusado no se convertirá en criminal o mentalmente enfermo si, por lo menos una vez en su vida, encuentra una persona que comprenda que no es el niño o la niña abusado/a e impotente quien está enfermo/a. sino su entorno. Hasta tal punto el conocimiento o la ignorancia de la sociedad (parientes, asistentes sociales, terapeutas, profesores, doctores, psiquiatras, funcionarios, enfermeras) pueden salvar o destrozar una vida».2
Los datos de investigaciones internacionales dan cuenta que uno de los principales problemas sociales es el abuso infantil
- 95% de los abusadores infantiles fueron ellos mismos abusados durante su niñez.
- 80% de los que abusan de drogas y alcohol fueron abusados durante su niñez
- 80% de los niños que se fugan de sus casas citan al abuso como causa.
- 95% de las prostitutas fueron abusadas sexualmente.
- 78% de la población en las prisiones fueron también abusados durante su niñez.3
Los múltiples efectos del trauma de ser abusado/ a no sólo está en el hecho en sí mismo, sino en la baja autoestima y el pobre concepto que tenga de su persona, que lo deja en estado de vulnerabilidad, favoreciendo el riesgo de seguir siendo abusado con el sentimiento de culpabilidad que estos hechos producen.
Conociendo esto es fundamental que nos concienciemos de que tenemos que comprometernos, utilizando todas nuestras energías y todos nuestros recursos para prevenir, intervenir y tratar el abuso y la negligencia infantil de manera que las futuras generaciones tengan la oportunidad que merecen de lograr su potencial humano.
La agresión de la palabra y la humillación en frases como:»Sos un inútil» o «Nunca vas a llegar a nada», es un ataque al «sí-mismo» que impiden desarrollar su potencial humano y un sentido estable y positivo de quienes son. Por el contrario «esta vez lo has hecho muy bien» o «la próxima vez te saldrá mejor» aumentan la autoestima, sentimiento necesario para prevenir el daño de cualquier tipo de abuso.
Pautas educativas para la prevención del abuso infantil4
1. Lograr que niños y niñas adquieran seguridad y autoestima
Hay un ejercicio que los padres y las madres, así como profesores y profesoras deberían hacer : anotar en un papel las veces que han reprendido por equivocaciones o acciones incorrectas. Si al final del día resulta que hubo más reprimenda que estímulos, tendrán que revisar sus métodos educativos. Se logra más estimulando un buen comportamiento que reprendiendo uno inadecuado.
2. Evitar cualquier agresión física como el tirón de pelos o la cachetada
El castigo físico todavía goza de alta estima en nuestra sociedad utilizado como método para mejorar la conducta, sin embargo al niño o la niña educados en estas pautas le da la percepción de que otros pueden hacer uso de su cuerpo. Y si las personas que deben protegerlo agreden su cuerpo, entonces creerán que también pueden usar a los otros para lo que quieran.
3. Manejar cotidianamente el concepto de derecho
De igual manera como enseñamos la importancia de la higiene para la salud, se debe trabajar los derechos del niño y la niña. Desde muy pequeños se darán cuenta que tienen derechos y no permitirán que el padre, la madre o los hermanos mayores abusen de ellos. Ejercer los derechos en familia es una práctica de respeto y democracia.
Abuso Sexual Infantil
Este es un hecho en el cual un adulto, para su propia finalidad sexual, se aprovecha de la búsqueda de afecto y atención que todo niño o niña necesita, sin importarle que le pasa a la criatura.
La sexualidad adulta irrumpe de forma invasiva en el desarrollo psicosexual del niño o la niña sin que pueda resistir al avance del adulto, debido a su falta de conocimiento del significado social y de los efectos psicológicos de los encuentros sexuales. Perturbando la relación del niño o la niña con su cuerpo y el descubrimiento sano de su sexualidad.
Se hace necesario diferenciar entre abuso sexual llevado a cabo por un desconocido en el que generalmente el abusador goza sometiendo a su víctima por la fuerza y el terror, haciéndola sufrir, dónde puede estar presente la violación. Del abuso sexual llevado a cabo por un conocido o familiar donde existe un lazo afectivo al que se llama incesto.
«El factor que determina que el abuso sexual sea considerado como incesto es la violación del vínculo de confianza.»5
Sabemos que la prevalencia es mayor en los último caso donde generalmente se inicia un proceso que puede durar años, donde el abusador manipula la confianza y el afecto y el vínculo de la criatura realizando hechos que van desde el manoseo de los genitales, obligar a la masturbación, relaciones buco-genitales, hasta la penetración.
A diferencia del abuso físico, donde las experiencias extremas son el dolor, el miedo y la impotencia, las experiencias extremas en el caso de abuso sexual son el goce sexual, la manipulación de los lazos afectivos, un discurso culpabilizante, así como la obligación del silencio y el secreto.
Pautas específicas de prevención del abuso sexual infantil6
1. Respeto por el cuerpo
La idea de «mi cuerpo es mi territorio» debe ser un lema para niñas y niños. «Es mi territorio y nadie lo toca sin mi permiso» .
2. Identificar las partes íntimas del cuerpo
3. Reconocer diferentes tipos de caricias
Se recomienda enseñarles a niños y niñas:
- Tu cuerpo es tuyo
- Tienes derecho a decir quién te acaricia y como te acaricia.
- Si alguien te acaricia de una forma que no te gusta y te hace sentir raro o rara es correcto decir «no»
- Desconfía si alguien te hace una caricia y te dice que no le cuentes a nadie
- Si te dicen que mantengas el secreto, no lo aceptes y dí «yo lo voy a decir»
4. Aprender a decir que no
La idea de respeto a las personas mayores no debe confundirse con incondicionalidad hacia ellos, porque puede generar la idea de que los menores están al servicio de los adultos.
5. Saber que hay secretos que no pueden quedar guardados
Los niños y las niñas deben saber que la mayoría de las personas de su entorno, los aman y los protegen, pero también deben saber que entre esas personas hay algunas que tienen comportamientos abusivos y que a veces quieren jugar con sus partes íntimas y después pedirles que no cuenten nada. Esto se tiene que contar cuantas veces sea necesario hasta que alguien lo ayude.
Fuente: malostratos.com
Articulo relacionado: La raíz de la violencia – Alice Miller
Alice Miller, «Por tu propio bien, raíces de la violencia en la educación del niño/a», Tusquets Editores, Barcelona, 1992, 2ª edición ↩
Miller, Alice.»Por tu propio bien», Tusquet Editores. 2ª edición, 1992, Barcelona ↩
Fondo Mundial para la Dignidad de niños y niñas. ↩
Adaptado de Susana Galdos Silva, «Mi cuerpo es mi territorio», Pautas de Prevención del abuso sexual hacia los niños y niñas. Movimiento Manuela Ramos, 1995 ↩
Laura E. Asturias: «El abuso sexual y el incesto», 1995, Guatemala ↩
Adaptado de Susana Galdos Silva, obra citada Liliana Pauluzzi, Psicóloga ↩