PASO 2 – Contar el incidente
A menudo, al hablar con algunas víctimas de abuso, muchas de ellas hacen la siguiente pregunta: «¿Por qué es necesario expresar verbalmente el trauma?», ¿has estado alguna vez envuelto en un accidente de tráfico? Si te ha pasado ¿qué es lo primero que haces cuando ves a alguna persona que no ha sido testigo de ese accidente y que te es familiar? Exacto, lo cuentas ¿Por qué? Porque tienes que liberar la energía emocional interna que está almacenada dentro de ti. Relatar el incidente no lo cambia, ni tampoco el impacto, pero sí libera algo de la emoción que envuelve tu experiencia.
En general, las víctimas de abuso no tienen posibilidad inmediata de expresar su trauma a una persona que le comprenda sin juzgarla, a veces no tienen ni siquiera la capacidad de poder hacerlo, ¿cómo expresar algo para lo que no hay comprensión ni palabras? Un niño pequeño no sabe lo que le está ocurriendo o le ha sucedido, no tienen recursos verbales suficientes, y ahí quedan las emociones y el horror sufrido. Por tanto esas emociones intensas se quedan guardadas, dando lugar al desarrollo de actitudes defensivas dañinas, que les permiten hacer frente a su dolor interno. Seamands dice en otra parte:
Tenemos la capacidad de bloquear fuera de nuestra mente cosas que no podemos tolerar. Lo más triste de esto es que, aunque podemos bloquear el dolor de modo no intencional, con todo, seguimos sufriendo las consecuencias.
A veces la culpabilidad y la autoincriminación en los sucesos impiden o hacen difícil expresar el trauma de manera verbal, aunque la oportunidad se presente.
¿Qué beneficio hay en contar el incidente?
Al comenzar a liberar emociones que llevan mucho tiempo siendo canalizadas por cauces equivocados, podemos sacar a la luz cosas que por mucho tiempo han estado ocultas.
Jesús, el Hijo de Dios, para los cristianos, dijo «CONOCERÉIS LA VERDAD, Y LA VERDAD OS HARÁ LIBRES», a veces para conocer los hechos, la verdad de los hechos solo hay que comenzar a relatarlos, para darnos cuenta de todo aquello que quedó guardado en la profundidad y que nos ha marcado tan profundamente que ha sido capaz de cambiar o distorsionar por mucho tiempo nuestra verdadera identidad como personas, cuando uno es capaz de verse a sí mismo, comienza la libertad. Para la víctima es importante mirar profundamente su experiencia porque ha pasado toda una vida evitando el dolor.
Para reconstruir las vidas, de manera inteligente, primero hay que sentarse a evaluar las pérdidas y los daños, segundo, hay que preparar un plan de reconstrucción y tercero, buscar apoyos (en profesionales, amigos, etc.) para poner en marcha ese plan de recuperación. Hay algo importante en este aspecto, es necesario dar tiempo suficiente para mirar al pasado, pero teniendo cuidado de no anclarse en ese pasado de manera destructiva y negativa.
En cuanto a quién contar, ya se ha mencionado en varias ocasiones que hay que buscar a una persona adecuada, elegir a alguien que no sea comprensivo o compasivo puede causar aún más daño, por tanto hay que buscar una persona que no culpe, ni juzgue o menosprecie lo que ha ocurrido («no es para tanto, después de tanto tiempo tienes que haberlo superado ya, así que déjate de tonterías y sigue con tu vida»)
¿Cómo contar el incidente?
A veces es necesario que la víctima hable sobre su historia familiar, su dinámica dentro de la casa, para que veamos el abuso en su contexto, en muchas ocasiones el incesto o abuso surge en un hogar enfermo y disfuncional. El espacio de tiempo que dura el abuso y su amplitud (hasta dónde se ha llegado, pues no es lo mismo que hayan tocamientos, que haya habido penetración, etc.), afectarán al grado de devastación sufrido.
Hay que tener en cuenta también que las emociones que se sienten siendo niños son, claramente, inmaduras, por lo que es importante que la víctima descubra esas emociones infantiles en vías a una recuperación sana.
Uno puede pasar por diversas etapas a lo largo de la vida, si el abuso fue en la niñez, se puede tener una adolescencia «movidita», de ser extrovertidos volverse introvertidos, de estar involucrados en muchas actividades pasar a ser seres solitarios, independientes, que no necesitan a nadie en sus vidas; pasar por relaciones desdichadas; ser rebeldes y desobedientes con los padres y otras figuras de autoridad. Se puede, posteriormente, encontrar a una persona con la que compartir la vida, nos casamos y entonces comienzan los problemas, ahí es cuando comienzan a mostrarse esas heridas del pasado, porque nunca se han curado.
Contar el incidente no es una cura mágica, sino un paso vital en el proceso que permite a la víctima coger ánimo y da explicación a emociones confusas e inexploradas, el dolor comienza a ser desenterrado y comprendido.
Ayuda también a verse en perspectiva, ya uno no es ese niñito o niñita sin recursos, sin fuerza, sin apoyo, por tanto, ahora puedo encarar el asunto desde otra posición, ahora estoy en igualdad de condiciones con el agresor y lo puedo enfrentar.
Es un paso doloroso porque es la llave de emociones intensas que tienen prisionero/a a la víctima aún en su edad adulta. A causa de ese encarcelamiento, es necesario sacar a la superficie los sentimientos, experimentarlos y, al final, soltarlos, esto lo veremos en el próximo paso con más detenimiento.